- Llegas una hora antes de lo que te dije –gruñó mientras escupía tabaco delante de la puerta de su establo/taller, que permanecía cerrada-. Me jode que la gente no me haga caso.
- Lo sé, Billy –respondí-, pero no aguantaba más. Un año sin ver la cara a mi amigo Peterbilt es mucho tiempo. ¿Crees que se acordará de mí?.
- ¿Acordarse de ti?...Fuck you! – y volvió a escupir mientras deslizaba la inmensa puerta corrediza del establo -. No me hagas perder el tiempo contestando a tus gilipolleces de siempre –añadió-.
La oscuridad del lugar se fue disipando a medida que la luz comenzó a invadir el viejo granero. Al fondo, tapado con una lona para protegerlo del polvo y de la humedad, se intuía una figura grande y pesada que me resultó desde un principio algo familiar.
- Muy bien, jovencito –dijo Billy mientras volvía a escupir-, ni te imaginas las horas que le he dedicado a este cacharro. Como vuelva a encontrármelo igual que lo trajiste juro por Dios que te arrancaré la vesícula biliar con mis propias manos, te lo dice un veterano de la 173ª División Aerotransportada que se hinchó a despellejar charlies en cuanto pisó suelo vietnamita. ¡Y ahora cierra esa boca de una vez, joder, que se te va a llenar de moscas!, no estás en el mejor de los lugares para tenerla abierta.
(en lo de la boca tenía razón).
Billy dio un fuerte tirón de la lona que lo cubría y apareció él, majestuoso, inmenso, ciclópeo, como si no hubieran pasado los años. Era Peterbilt, y me suplicaba que le dejara de nuevo echarse a la carretera…le pude ver el brillo impetuoso de sus ojos; también oí su respiración jadeante, como si le costara recuperar el resuello que un hijo de puta le robó bajo litros de cumbustible ardiendo; y gritó al fin, y me puso muy cachondo....¡¡¡¡¡MMOOOOOOOOOOOC, MMOOOOOOOOOOC!!!!! ¡Mete de una jodida vez la llave en el contacto y vámonos cagando leches de aquí!
Espíritu indomable. Redios, qué caracter.

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